Estoy en la cuenta regresiva para pasar de la categoría de una común mortal soltera que imagina su futuro de diversas formas a estar, ser y saberme “comprometida”. Pues si, aquel estado que hace algún tiempo era lejano para mi está a punto de ocurrir. El compromiso, la pedida o como quieran que lo llamen es un proceso que toda señorita con grandes ideales debe tener….la frase es más que irónica. La verdad es que a muchas mujeres nos ilusiona la idea y también a muchas nos hace reflexionar sobre nuestra independencia y objetivos.
Si preguntan a sus amigas que prefieren: casarse o convivir. De seguro la respuesta será algo así como “me encantaría entrar de blanco al altar pero prefiero convivir para conocer mejor a mi pareja” es una típica respuesta de nosotras las mujeres porque para conocer a una mujer se debe saber que ello que a simple vista es SI realmente es un NO o viceversa. Lo que quiero decir es que muchas mujeres a veces no decimos las cosas como realmente son y creemos que la posición correcta es la que define la mayoría.
Entonces resuelto el dilema tengo que admitir que la idea del compromiso (suena raro) me aniquila, me llena de miedo pero a la vez muy pero muy en el fondo me hace feliz. En realidad me crea sentimientos encontrados difíciles de explicar. El problema nace cuando analizas tus decisiones, cuando ves e interiorizas tu futuro. No se si las cosas cambien. No se si denominarse comprometida mejora o empeora tu condición de chica independiente. Lo único que se es que mi decisión y felicidad no dependen de un anillo, sino de mis acciones (y de las acciones de la otra parte) y sobre todo de lo que realmente quiero. Por ahora ya adopté mi posición.
La canción no es mi favorita pero la viene al caso...
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